Cómo han cambiado las cosas en los últimos tiempos… A veces siento que me desconecté del mundo durante un par de años y, al regresar, todo viene a ser diferente. Lo digo en muchos sentidos, las modas, las costumbres, la música que me gustaba ahorita suena “preppy” y ser indie significa ahora algo completamente diferente. Entre todos esos cambios, me he venido a encontrar uno nuevo: está de moda ser pasivo.
Aún recuerdo cuando a buena parte de los chavos gay “dateable” de mi edad -con los que uno podría salir - les daba una vergüenza infinita aceptar su rol en el sexo (a pesar de que me consta que muchos lo disfrutaban de maneras extremas que no pienso mencionar). Les relataré una historia, que me viene muy a la mente por una película que vi esta mañana en la televisión, una de esas clásicas del cine mexicano con Pedro Infante fingiendo un acento tepiteño espantoso (¿o no fingía? Le preguntaré a mi mamá…). El punto es que la película se llamaba “Los ricos también lloran” y ZAZ! De pronto caí en cuenta de lo mucho que tenía de lógica esa frase en mi vida actual: los activos también lloran.
Hasta hace tiempo, solía ser uno más de esos gay “sólo activos” que solían salir de noche. Al hacerlo, uno suele conocer muchos chavos: mucha pluma, mucho bimbo, muchas imitaciones de LV y siempre la playera Zara con el ZARA bordado en algún lugar visible; como alguien me llamó algún día, era un bimbonizer. Una de las características más distintivas de ese cliché gay que es el “bimbo-boy” es que se enamora con la misma facilidad del iPod más nuevo, como del cabrón que se lo cogió la noche anterior. Y esa era la rutina: 1. El gay activo y humanamente despreciable (o sea yo, ehmmm bueno, como ejemplo nada más) sale y se liga a un bimbo pasivo (en antro… el ligue Manhunter lo aclararemos después); 2. El pasivo pasa la noche en la casa del activo, tienen sexo un par de veces (las que el activo quiera) y a la mañana siguiente, se va (sino es que la misma noche); 3. Mr. Bimbo espera una llamada, Mr. Activo nunca anotó su nombre (y por consiguiente, nunca lo llamará). En algunos casos, los peores, al despreciable (y a veces ingenuo) activo se le ocurrió darle el número al ligue, quien luego de muchas llamadas sin contestar, algunas grabaciones en el buzón y varios mensajitos, se deprimía un par de días, al darse cuenta de que ese chavo con el que tuvo esa “conexión tan especial esa noche”, sólo quería coger.
En algún momento aprendí que no es tan buena idea llevarlos a casa, que te pueden rayar el coche; que un bimbo dolido es más peligroso que una leona dormida a la que le acaban de quitar la cocaína (sólo que en delgado).
Esa era la rutina. Solo o con amigos, la seguía. Usando las más bajas mañas y trucos: el masajito, la cena, el vino, la caminata en el parque, la lluvia, “Efectos Secundarios” y “Shortbus”, hasta al perro! Había tantos artilugios para llevarte a alguien a la cama y luego botarlo… y, a pesar de que el activo en cuestión no es un galán consumado, invariablemente funcionaban…
Pero luego algo pasó: uno de esos bimbos pasivos resultó no serlo (bimbo, al menos…) y nuestro personaje, Mr. Activo no se lo cogió en la primera cita (a pesar de haberse ido juntos al depa a ver una película sexosa acostados en la cama). Tampoco se lo cogió en la segunda o la tercera: tardó mucho más que eso, porque Mr. Pasivo no era otro bimbo y, además, tenía novio! Al principio Mr. Activo intentó por todos los medios conquistarlo, pero nunca lo logró… nunca al 100%. Descubrió que se enamoró del único con el que no tendría la más mínima esperanza. Y tomó año y medio o algo así, cambiar de opinión -no dejar de amarlo pero al menos, volver al bimbo-market.
Y cuál fue la sorpresa! Las cosas en ese tiempo cambiaron. Ahora son pocos los “top only”, todo mundo es “interactivo” (sí, como el Papalote, museo del niño, donde tocas, juegas y aprendes) y muchos otros más son “pasivos”, proud bottoms!
Mr. Activo regresó a las andadas. En fiestas indie, en antros kitsch, en Manhunt y hasta por el Blogger. La constante era que, mientras vayas por el mundo sin ocultar que eres activo y te gusta el sexo, lo obtienes. Y sí, lo obtienes, a veces mucho más fácilmente de lo que esperabas. Aún recuerdo a algún par de twinks a los que Mr. Activo les envió mensajitos en Manhunt o Hi5 meses atrás y nunca respondieron. Pero de pronto, de buenas a primeras, le envían un mensaje al mismo Manhunt (o por Facebook, los más finos) diciéndole que lo quieren conocer y con la misma frase “Hey, mano, qué pedo, cómo andas? Buena noche!” que él solía utilizar para conocer chavos.
Pero qué cambió? En Mr. Activo o en el mundo? Algo debió pasar. Así que empezamos a probar. Cita tras cita, las cosas permanecían constantes: buen sexo en la primera cita, no further calls. Pero de pronto empezó a ser raro. Un día llegó Mr. Perfect, salió de Manhunt. Era el hombre más “cute” en haber tocado la cama de Mr. Activo, un chico de unos 24 años, pasivo, que vivía en una zona trendy de la ciudad y era diseñador gráfico, con ideas profesionales que a Mr. Activo le rayaron en lo glorioso. Y era guapo. Vaya que era guapo! Cejas pobladas que enmarcaban enormes y brillantes ojos oscuros, una nariz por demás perfecta con todo y su inclinación, una sonrisa de concurso, manos de niño travieso, pies limpios y… un pene enorme! El clean-cut guy que todos le querríamos presentar a mamá. Y fue la cita, Mr. Activo no dejaba de sudar, de nervios, porque Mr. Perfect era en realidad eso, algo demasiado bueno para ser real. Buena charla, vinito, luz tenue. Siguiente paso: una película, juego de manos, un beso, un faje, mucho más faje, una pregunta “tienes condones?”, una respuesta: “sí, pero no quiero hacerlo hoy, porque si lo hacemos se va a perder la magia, quiero volverte a ver, en verdad quiero volverte a ver…”. Mr. Perfect asintió y pareció enternecido por las palabras recién escuchadas. Siguieron jugando, le dieron nombre a sus penes, Mr. Perfect se fue a casa. Al llegar, mandó un mensaje.
Todo parecía perfecto, demasiado perfecto, de hecho. Como de cuento de hadas, pero de pronto, fue Mr. Activo quien llamó, y su call-back no fue respondida. Lo buscó por días en el Messenger, le mandó varios mensajes, hasta que se dio cuenta de que ahora era él, Mr. Activo himself, el bimbo. Y no culpamos a Mr. Perfect, seguramente debió sentirse freakeado con la situación y decidió sólo ser amable, pero qué triste fue perderlo… en verdad le hacía honor a su seudónimo.
Esto hizo que empezara a llamar a los demás, con él era comprensible, era too much, fuera de liga, pues… pero había otros menos “perfectos”. Sólo uno respondió, de los 5 o 6 que habían dormido en esa cama (al menos parcialmente) durante los últimos meses. Todos habían buscado sólo ese “one-night-stand” que Mr. Activo estaba acostumbrado a buscar en ellos.
Y con todo esto, me di cuenta de que el ambiente había cambiado sin que yo lo notase Ahora es el pasivo quien, en la mayoría de los casos, tiene el control de la situación si decides que tú eres “sólo activo”. Será que es tiempo de probar con eso de la interacción? Who knows?... la verdad no se me antoja.
También creo que puede ser un karma, la vida siempre te regresa lo que tú le das. Ahora la rutina es: 1. El pasivo te liga, 2. El pasivo te coge y 3. El pasivo te bota. No me quejo, se que sólo tengo que adaptarme y, sobre todo, ser menos intenso cuando conozco a alguien que me guste en realidad, para no ahuyentarlo y convertirme en un bimbo activo, que sí, resulta patético… Por el momento mi única duda es: cambiará algo en el Cosmos que me haga tener una segunda (primera real) oportunidad con Mr. Perfect? Si eso no pasa, creo que me quejaré de ello de por vida, voy a llorar mucho, al fin que los activos también lloran.
Mientras tanto, no habrá sexo hasta nuevo aviso.