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novo... ideas from a lovely head

"No voy a contar esta historia tal como sucedió, voy a contarla tal como la recuerdo... o tal como la imagino, para que cada resto del sueño de la jornada se transforme en palabras, palabras que formen una historia, una historia en la que estemos tú y yo, siempre, volando por el universo..."

watching new stars... abril 03, 2010 |


Hace mucho que no escribo. Llevo meses sentándome en la computadora con la férrea intención de iniciar un tema nuevo, de sacar nombres e imágenes de mi cabeza para hacer crecer mi vida, para exorcizar los fantasmas... Pero cada vez que lo había intentado, fallaba, porque no es suficiente la intención, es necesario el tema, la inspiración, el modelo, la musa... y hoy finalmente llegó. De la nada, a plena luz del día, apareció una estrella, iluminando mi casa y mi vida, y me hizo olvidar la enfermedad y el mal humor, ilustró mi día con sus ideas, me asombró con sus creaciones y me dejó tocarla hasta quemarme con su luz. Me encanta esa estrella, quiero seguirla viendo durante las próximas noches, quiero sentir su calor cerca de mí, quiero darme la oportunidad de explorarla, la tendré?


Por el momento, sólo quiero cantar, silbar, tararear...

But now there's nowhere to hide / since you pushed my love aside, I'm out of my head / Hopelessly devoted to you... / I'm hopelessly devoted to you...

tears for affairs... junio 15, 2009 |

Me siento fuera de lugar en mi cuerpo... es un hecho. Más que en mi cuerpo, en mi vida. Es raro lo que pasa con mi cabeza en estos momentos: a veces no me reconozco a mí mismo. Hace unos minutos hablaba con un amigo, que tiene un problema similar, tal vez sea algo generacional, tal vez sólo sea que vivimos en una sociedad tan contaminada con banalidades que es difícil mantenerse fieles a lo que somos.


Todo esto lo digo porque me siento verdaderamente incompleto, sin importar que la gente me diga que no sé de lo que hablo: que si tengo una buena vida, un buen trabajo, un grupo de amigos bastante ameno, una familia no-problemática... Creo que en realidad no importa. Alguna vez escuché a Marisa Paredes diciendo algo muy sabio en "Todo sobre mi madre", el éxito no tiene sabor ni olor, y cuando ya te has acostumbrado a él es como si no existiera... nunca me habían quedado tan claras esas palabras como ahora.

Sin pretender herir la modestia, mucha gente querría tener una vida como la que todos los días respiro, pero yo no me siento contento. No busco pareja, no niego que sería lindo estar con alguien del otro lado de la cama leyendo el periódico, pero no me emociona por el momento la idea, como me hubiera emocionado hace meses. Ya no estoy perdidamente obsesionado con esa persona que me hacía escribir diario muchisimas palabras que, en el fondo, ni siquiera le dedicaba a él, que en realidad eran la materialización de mis deseos más platónicos a los que les puse una cara, sólo porque era una persona amable y tímida, y sobre todo, porque sabía que no se echaría todo a perder con sexo vacío, porque una vez que tengo una sesión de sexo vacío con alguien (generalmente es a menudo y en la primera cita), ya no me interesa saber gran cosa de esa persona.

Tal vez todas esas formas de alejar a la gente de mi son medidas precautorias de un alma débil que cada día se acerca más a la soledad. Antes era la materialización del cliché gay del tipo que espera que el desconocido con el que acaba de coger sea el nuevo amor de su vida, pero que cuando se da cuenta de que el otro es una persona nada más, que no es perfectible siquiera, y que tampoco tiene intención de llamarle de nuevo, lo olvida, del tipo que repite y repite este procedimiento diciéndose a sí mismo que sólo busca diversión, cuando en realidad, lo que busca es mantener a la gente lejos... porque les teme.

¿Y qué importa tener un trabajo en un corporativo? ¿De qué sirve tener el mejor celular, LCD con BluRay? ¿De qué sirve tener al prepo más guapito que pueda sacar de Manhunt en mi cama, si al final se va a ir y yo no quiero estar solo conmigo mismo? Si la gente dice que soy un malagradecido por tener una buena vida y no apreciarla; si el psicólogo dice que es un rollo generacional, que mi generación nunca está conforme con lo que tiene y quiere más, pero no sabe el qué; si mi amiga me dice que "las cosas van a estar bien, que todo pasa cuando debe" y me irrita escuchar esas palabras; si no encuentro respuestas porque no se qué quiero saber; si alejo a la gente que se quiere quedar y me rodeo de los que no duran; ¿Qué pasa si no quiero ser yo porque estoy harto de serlo?

Todas las noches miro al cielo y me doy cuenta de lo pequeño que soy, pero ni siquiera viendo tal proporción me siento inferior, porque yo soy mi mundo, soy lo más importante en él, el problema es que no sé cómo ni de qué quiero llenarlo; tengo muchas cosas qué decir, pero no se qué son, me siento como un niño, como un pequeñito que se sienta en la mesa con los adultos y es todo un déspota al hablar, que tiene todas las verdades universales en la lengua, pero no lo sabe, que no conoce las palabras para decir lo que está ahí ni sabe qué preguntas hacer para conocer el resto, que al abrir la boca todos lo tachan de entrometido, porque su frase no tuvo mucha relación con lo que en la mesa se discutía, pero que de haberlo escuchado, hubieran conocido la genialidad de su idea... Todos creen que lo conocen, pero no se conoce ni él mismo. Necesito conocerme más, necesito ser más felíz conmigo, olvidar lo innecesario y retomar las riendas, verme en el espejo sin sentir que algo me hace falta, ser como el niño, tajante y aventurado, deseoso de aprender y sin pensar en la soledad, total... algún día será nuestra compañera inevitablemente.

Shedding tears for affairs I’m a funny little thing, oh I can tell you this for nothing, affairs don’t win...
Can you handle one more dirty secret one more dirty night? Is it true what they say? Will it make us go blind?
You had to drive, look me in the eye, whisper don’t cry (I had to whisper goodbye...)

los activos también lloran... marzo 23, 2009 |

Cómo han cambiado las cosas en los últimos tiempos… A veces siento que me desconecté del mundo durante un par de años y, al regresar, todo viene a ser diferente. Lo digo en muchos sentidos, las modas, las costumbres, la música que me gustaba ahorita suena “preppy” y ser indie significa ahora algo completamente diferente. Entre todos esos cambios, me he venido a encontrar uno nuevo: está de moda ser pasivo.


Aún recuerdo cuando a buena parte de los chavos gay “dateable” de mi edad -con los que uno podría salir - les daba una vergüenza infinita aceptar su rol en el sexo (a pesar de que me consta que muchos lo disfrutaban de maneras extremas que no pienso mencionar). Les relataré una historia, que me viene muy a la mente por una película que vi esta mañana en la televisión, una de esas clásicas del cine mexicano con Pedro Infante fingiendo un acento tepiteño espantoso (¿o no fingía? Le preguntaré a mi mamá…). El punto es que la película se llamaba “Los ricos también lloran” y ZAZ! De pronto caí en cuenta de lo mucho que tenía de lógica esa frase en mi vida actual: los activos también lloran.

Hasta hace tiempo, solía ser uno más de esos gay “sólo activos” que solían salir de noche. Al hacerlo, uno suele conocer muchos chavos: mucha pluma, mucho bimbo, muchas imitaciones de LV y siempre la playera Zara con el ZARA bordado en algún lugar visible; como alguien me llamó algún día, era un bimbonizer. Una de las características más distintivas de ese cliché gay que es el “bimbo-boy” es que se enamora con la misma facilidad del iPod más nuevo, como del cabrón que se lo cogió la noche anterior. Y esa era la rutina: 1. El gay activo y humanamente despreciable (o sea yo, ehmmm bueno, como ejemplo nada más) sale y se liga a un bimbo pasivo (en antro… el ligue Manhunter lo aclararemos después); 2. El pasivo pasa la noche en la casa del activo, tienen sexo un par de veces (las que el activo quiera) y a la mañana siguiente, se va (sino es que la misma noche); 3. Mr. Bimbo espera una llamada, Mr. Activo nunca anotó su nombre (y por consiguiente, nunca lo llamará). En algunos casos, los peores, al despreciable (y a veces ingenuo) activo se le ocurrió darle el número al ligue, quien luego de muchas llamadas sin contestar, algunas grabaciones en el buzón y varios mensajitos, se deprimía un par de días, al darse cuenta de que ese chavo con el que tuvo esa “conexión tan especial esa noche”, sólo quería coger.

En algún momento aprendí que no es tan buena idea llevarlos a casa, que te pueden rayar el coche; que un bimbo dolido es más peligroso que una leona dormida a la que le acaban de quitar la cocaína (sólo que en delgado).

Esa era la rutina. Solo o con amigos, la seguía. Usando las más bajas mañas y trucos: el masajito, la cena, el vino, la caminata en el parque, la lluvia, “Efectos Secundarios” y “Shortbus”, hasta al perro! Había tantos artilugios para llevarte a alguien a la cama y luego botarlo… y, a pesar de que el activo en cuestión no es un galán consumado, invariablemente funcionaban…

Pero luego algo pasó: uno de esos bimbos pasivos resultó no serlo (bimbo, al menos…) y nuestro personaje, Mr. Activo no se lo cogió en la primera cita (a pesar de haberse ido juntos al depa a ver una película sexosa acostados en la cama). Tampoco se lo cogió en la segunda o la tercera: tardó mucho más que eso, porque Mr. Pasivo no era otro bimbo y, además, tenía novio! Al principio Mr. Activo intentó por todos los medios conquistarlo, pero nunca lo logró… nunca al 100%. Descubrió que se enamoró del único con el que no tendría la más mínima esperanza. Y tomó año y medio o algo así, cambiar de opinión -no dejar de amarlo pero al menos, volver al bimbo-market.

Y cuál fue la sorpresa! Las cosas en ese tiempo cambiaron. Ahora son pocos los “top only”, todo mundo es “interactivo” (sí, como el Papalote, museo del niño, donde tocas, juegas y aprendes) y muchos otros más son “pasivos”, proud bottoms!

Mr. Activo regresó a las andadas. En fiestas indie, en antros kitsch, en Manhunt y hasta por el Blogger. La constante era que, mientras vayas por el mundo sin ocultar que eres activo y te gusta el sexo, lo obtienes. Y sí, lo obtienes, a veces mucho más fácilmente de lo que esperabas. Aún recuerdo a algún par de twinks a los que Mr. Activo les envió mensajitos en Manhunt o Hi5 meses atrás y nunca respondieron. Pero de pronto, de buenas a primeras, le envían un mensaje al mismo Manhunt (o por Facebook, los más finos) diciéndole que lo quieren conocer y con la misma frase “Hey, mano, qué pedo, cómo andas? Buena noche!” que él solía utilizar para conocer chavos.

Pero qué cambió? En Mr. Activo o en el mundo? Algo debió pasar. Así que empezamos a probar. Cita tras cita, las cosas permanecían constantes: buen sexo en la primera cita, no further calls. Pero de pronto empezó a ser raro. Un día llegó Mr. Perfect, salió de Manhunt. Era el hombre más “cute” en haber tocado la cama de Mr. Activo, un chico de unos 24 años, pasivo, que vivía en una zona trendy de la ciudad y era diseñador gráfico, con ideas profesionales que a Mr. Activo le rayaron en lo glorioso. Y era guapo. Vaya que era guapo! Cejas pobladas que enmarcaban enormes y brillantes ojos oscuros, una nariz por demás perfecta con todo y su inclinación, una sonrisa de concurso, manos de niño travieso, pies limpios y… un pene enorme! El clean-cut guy que todos le querríamos presentar a mamá. Y fue la cita, Mr. Activo no dejaba de sudar, de nervios, porque Mr. Perfect era en realidad eso, algo demasiado bueno para ser real. Buena charla, vinito, luz tenue. Siguiente paso: una película, juego de manos, un beso, un faje, mucho más faje, una pregunta “tienes condones?”, una respuesta: “sí, pero no quiero hacerlo hoy, porque si lo hacemos se va a perder la magia, quiero volverte a ver, en verdad quiero volverte a ver…”. Mr. Perfect asintió y pareció enternecido por las palabras recién escuchadas. Siguieron jugando, le dieron nombre a sus penes, Mr. Perfect se fue a casa. Al llegar, mandó un mensaje.

Todo parecía perfecto, demasiado perfecto, de hecho. Como de cuento de hadas, pero de pronto, fue Mr. Activo quien llamó, y su call-back no fue respondida. Lo buscó por días en el Messenger, le mandó varios mensajes, hasta que se dio cuenta de que ahora era él, Mr. Activo himself, el bimbo. Y no culpamos a Mr. Perfect, seguramente debió sentirse freakeado con la situación y decidió sólo ser amable, pero qué triste fue perderlo… en verdad le hacía honor a su seudónimo.

Esto hizo que empezara a llamar a los demás, con él era comprensible, era too much, fuera de liga, pues… pero había otros menos “perfectos”. Sólo uno respondió, de los 5 o 6 que habían dormido en esa cama (al menos parcialmente) durante los últimos meses. Todos habían buscado sólo ese “one-night-stand” que Mr. Activo estaba acostumbrado a buscar en ellos.

Y con todo esto, me di cuenta de que el ambiente había cambiado sin que yo lo notase Ahora es el pasivo quien, en la mayoría de los casos, tiene el control de la situación si decides que tú eres “sólo activo”. Será que es tiempo de probar con eso de la interacción? Who knows?... la verdad no se me antoja.

También creo que puede ser un karma, la vida siempre te regresa lo que tú le das. Ahora la rutina es: 1. El pasivo te liga, 2. El pasivo te coge y 3. El pasivo te bota. No me quejo, se que sólo tengo que adaptarme y, sobre todo, ser menos intenso cuando conozco a alguien que me guste en realidad, para no ahuyentarlo y convertirme en un bimbo activo, que sí, resulta patético… Por el momento mi única duda es: cambiará algo en el Cosmos que me haga tener una segunda (primera real) oportunidad con Mr. Perfect? Si eso no pasa, creo que me quejaré de ello de por vida, voy a llorar mucho, al fin que los activos también lloran.

Mientras tanto, no habrá sexo hasta nuevo aviso.

Worrisome heart... marzo 10, 2009 |

Anoche vi la luna. Hace tiempo que no le prestaba atención, como antes, como cuando solía salir al balcón y observar las estrellas por horas, cuando eso era mi pasatiempo favorito. Lo que me asombró al voltear hacia arriba es que no reconocí las el cielo, no supe cuáles eran las estrellas que veía, fue al mismo tiempo que nuevo, atemorizante. Al principio no supe qué había pasado, si todos los cambios que han ocurrido en mi vida en los últimos meses habían mermado tanto mi capacidad de síntesis para reconocer el propio manto que me cubre cada día, pero no. O tal vez sí. Después de verlo me di cuenta de que la vida nos pone todo el tiempo en caminos nuevos, nos da oportunidades diferentes que tenemos que aprovechar, pone estrellas nuevas en nuestros cielos. Y fue una estrella flamante y hermosa la que me hizo voltear hacia arriba, un astro nuevo que llegó y que aún no sé cómo bautizar o si va a permanecer, lo único que me queda claro es que es una estrella hermosa y que, pase lo que pase, quiero verla brillar cada noche…

Me gusta ver el cielo, aunque siempre que lo hago me siento un pequeño puntito en la inmensidad del todo y a la vez parte de eso que es la vida, de eso que todos los días me atemoriza y me alienta para respirar. Quisiera que las cosas fueran más simples, quisiera ser menos clavado con todo, estar a gusto más fácilmente con mi presente, pero no es así. Nunca he sido alguien que se sienta a gusto fácilmente con nada. Siempre tengo que luchar un poco por hacer que las cosas sean como yo sueño que sean, como lo deseo. Supongo que es una cuestión generacional, creo que la gente de mi edad siempre quiere más, nunca está conforme. Y no sé si me molesta o es algo que motive. La verdad es que por el momento, me sigo sintiendo bloqueado para escribir, para pensar en muchas cosas, tengo muchos miedos y preocupaciones que no salen de mí, pero quiero dejar de pensar en ellas, quiero volver a reconocer mi cielo, quiero seguir viendo esa estrella, que aún me es tan desconocida pero que quiero que brille en mi mundo, que me ilumine cada día. Así que, a ver hacia arriba! A veces no te das cuenta, pero la estrella más hermosa baja hasta ti, sólo es cuestión de abrazarla, de desear que esté contigo, de creer en su luz…

I need a hand with my worrisome heart
I need a hand with my worrisome heart
I would be lucky to find me a man
Who could love me the way that I am
With this here worrisome heart

III. Del parque al tinto, del tinto al sol (Pt. 2) junio 19, 2008 |

Atravezaron la puerta. La casa de Salvador tenía un gran jardín que a su vez hacía de cochera. Tuvieron que cruzarlo pisando en los adoquines instalados sobre el pasto verde, ténuemente alumbrado por lámparas de niebla encayadas en la tierra, formando un camino hacia la entrada principal de la casa. Sin embargo, no entraron a ella. Sebas se sorprendió un poco, pero Salvador le dio la mano y lo llevó, rodeando la casa, hacia donde se veía una luz débil que iba creciendo a cada paso: era una pequeña casa a un costado de la principal, "es la casa de huéspedes", dijo Salvador. "Bienvenido, yo vivo aquí".

Sebastián se sintió aliviado, si Salvador vivía en una casa de huéspedes, seguramente no se encontraría con la familia, cuestión que había venido temiendo desde que salió de casa. "Sabrá mi apellido? No recuerdo habérselo dicho", como siempre, se sentía hecho un manojo de nervios, más aprehensivo a cada minuto, sin embargo, al entrar, fue recibido por el sutíl olor a manzana y canela de las velas con las que Salvador había alumbrado la mesa para la velada. "Perdóname, quería cocinar, pero tuve dificultades técnicas que no querrás conocer... así que mejor encargué una pizza". Ambos rieron, la idea de la pizza rompía el hielo, y aunque no se llevara del todo (de nada) con el tinto, Sebastián se sintió más cómodo.

La cena transcurrió tranquila, comieron con las manos, Sebas le contó a Salvador el porqué disfrutaba tanto comer así, pues "cuando era niño, mi mamá nos obligaba a comernos hasta un plátano con cubiertos, era horrible! desde que dejé de vivir en su casa, aproveché para usar las manos a manera de cubiertos cada vez que tenía oportunidad". La sonrisa de Salvador iluminaba la velada a media luz, sus dientes blancos y sus ojos brillaban más que el fuego de las velas, Sebas moría por besarlo, pero no se atrevió. En su mente seguían enmarañándose tantas ideas que estaba imposibilitado para hacer dos cosas a la vez, y en el momento, lo políticamente correcto era terminarse la pizza.

"¿Vamos al jardín? Te quiero enseñar algo", pidió Salvador, a lo cual, asintiendo con la cabeza como un niño, Sebas dijo que sí. Salieron y se sentaron en el pasto, mirando hacia el cielo. "¿Ves esas luces? Son las luciérnagas de la familia", Sebastián sonrió, nervioso, en algun punto entre el sentarse y mirar las luciérnagas, Salvador estaba a menos cinco milímetros de distancia de él. "¿Qué me pasa? Parezco nuevo...", pensó, y al hacerlo, decidió colocar su brazo alrededor de la espalda de Salvador, quien, de la nada, se recostó en su regazo, a la distancia exacta para que Sebas pudiera hacerle piojito en el cabello, que se sentía suave y terso. Se acercó un poco, poniendo su barbilla sobre la oreja de Salvador. "¿Te puedo dar un beso?", le preguntó. Salvador se levantó abrúptamente, haciendo crecer sus ya desarrollados nervios. "No preguntes, hazlo", dijo Salvador, acercándo lentamente su boca a la de Sebastián. Se besaron. Las manos comenzaron a buscar refugio, Sebastián comenzó a recorrer su espalda, despacio, trasladándose de cuando en cuando al pecho de Salvador, quien le seguía besando el cuello, despacio, como si buscara que Sebas sintiera calosfrios... y lo consiguió.

Entraron a la casa, arreglándoselas mutuamente para caminar sin dejar de besarse, como si tuvieran la necesidad de mantener juntos sus labios, como si quisieran volverse uno, y que el beso durara toda la noche. Y así comenzaron, la ropa estorbando, los grillos cantando, ellos sin decir palabra, acariciandose la lengua entre sí, para que, al hacerlo, se dijeran todo lo que tenían que decir sin usar vocablos, mordidas en el cuello, combinación de sudores, pasión. Sentían que esa noche no necesitaban más ropa que la piel o más perfume que el que expedían sus cuerpos.

El cielo se sentía mucho más cerca de lo que pensaban, sus cuerpos enredados como sus almas, sin preocuparse si esa noche sería única o se repetiría para siempre, no existían palabras, ni ideas, sólo una fantasía que experimentaron en cada recoveco de sus cuerpos. De fondo "Enero en la playa", entonando frases que no se distinguían entre la maraña de gemidos y exalaciones, que hacían eco al sonido de sus manos recorriendo sus cuerpos mutuamente, que armonizaban con las sonrisas encriptadas y las miradas cruzadas, que, poco a poco, terminaron por extinguirse, como las velas, como la noche, su primera noche juntos, la primera en la que durmieron abrazados, sobre la alfombra donde se desarrolló su ardid.

De pronto, el sonido del celular de Sebas de nuevo, ese que parecía haber escuchado apenas hace unas horas... Las ocho. Al abrir los ojos, Sebastián vio el cuerpo desnudo de Santiago, iluminado por el sol de la mañana, su piel blanca era demasiado hermosa, tanto que por un momento pensó que tenía a su lado un maniquí con la expresión de un bebé durmiendo en el rostro. Era perfecto, la imagen perfecta para iniciar el día. Lo miró durante varios minutos, que parecieron horas, explorando cada centímetro de su cuerpo inerte, su pecho, su torso, sus piernas... De pronto el maniquí abrió los ojos, "Hello, stranger", dijo, con una voz tierna, perdida en una tímida sonrisa. "¿Qué hora es?", Sebastián respondió que las ocho y media, levantándose a buscar su ropa. Salvador lo veía, sonriente, sin levantarse. "Ya no llegaste a la oficina, rey", dijo, en tono burlón, "¿Por qué no mejor me dejas hacerte el desayuno y nos quedamos aquí toda la mañana? Y no te vistas, podría comerme los hoyuenlos de tus nalguitas". Los dos sonrieron. Ambos tomaron el celular para inventarse una enfermedad extraña, altamente contagiosa, que les impediría presentarse en sus respectivas oficinas.

Sebastián se despojó de la poca ropa que había logrado ponerse. Tenía la costumbre de ponerse los calcetines antes que la ropa interior y la playera antes que el pantalón, siempre había sido asi. Se recostó sobre el brazo de Salvador, jugaron por horas, se hicieron cosquillas, se escribieron frases con el dedo índice sobre la piel desnuda, intentando adivinar lo que decían a ojos cerrados. "Me encantas", "Gracias", "Hermoso", "Sueño", fueron algunas de las frases que, haciendo trampa de vez en cuando, pudieron descifrar. Sebas quería escribir "Te quiero", pero le dio miedo hacerlo, la premura, no quería mostrarse demasiado "fácil". Sin embargo no fue a trabajar, incluso cuando tenía una imposibilidad absoluta para llegar cinco minutos tarde a la oficina, incluso en aquella ocasión en la que una camioneta golpeó su coupé y no quiso detenerse para llamar al seguro por no llegar tarde a su escritorio. Así de aprehensivo era Sebastián. Pero esa mañana estaba contagiado por la serenidad de Salvador, no quería dejar de oler el aroma de su piel, de jugar con los vellos rubios de su pecho entre sus dedos.

Horas después se levantaron, se vistieron a medias y prepararon el desayuno, que para esa hora debía ser comida ya, disfrutaron juntos de esos huevos revueltos con jamón y del jugo de naranja enlatado que sirvió Salvador. Decidieron ver una película, escogieron "Amelie". Así se les fue la tarde, sin separarse, respirando al unísono, sonriendo y poniéndose apodos relacionados con las partes divertidas de sus cuerpos. Sebastián se sentía protegido, pleno, ni siquiera el fantasma de Santi los acompañaba esa tarde lluviosa, esa tarde en la que miraron el cielo juntos, sin pensar en el mundo del otro lado del cristal.

- - - - Próxima semana... "Corazón de chicle" - - - -

Si el amor se contara como se cuenta el tiempo...

...Si mis besos se sumaran a tus besos un momento, si fuera posible eternizar tó lo que siento no habría ni un despertar con intriga en mi vía contigo, no habría esperanza de hacerlo más grande, estaría parao (y estas cosas no se pueden parar), no habría dudas ni broncas, ni perdones romanticones, no habría eso que adoro, que es mi tesoro, despertarme y encandilarme cada mañana de ti...